| El alma se
                  serena e inunda de sosiego y paz
                  no usada, dentista, cuando
                  sanas la muela muy
                  picada con vuestra hábil
                  mano y adiestrada. Con semejante
                  acierto, la mente que hasta ahora
                  estaba ida torna a cobrar
                  concierto y alegría
                  perdida y se siente bastante
                  agradecida. Entonces
                  reconoce que en suerte y
                  pensamientos se mejora: La gente
                  desconoce que el sillón
                  dental ahora no es dolor ni vileza
                  engañadora. Ya piensa bien en
                  todo hasta llegar a
                  convicción certera, descubre allí otro
                  modo de empastarse las
                  muelas: único, sin pavor y
                  sin que duela. Ve como el buen
                  maestro a aquesta inmensa caries
                  aplicado con movimiento
                  diestro produce el fin
                  sagrado: Que no duela esa muela que
                  ha curado. Y como está
                  empastada y dentro de la boca hay
                  alegría por quedar bien
                  tapada, entre ambas a
                  porfía se mezcla una
                  dulcísima harmonía. Aquí el alma
                  camina por un mar de dulzura, y
                  finalmente dormida en él
                  termina, pues ahí
                  ningún diente picado o con dolor se nota
                  o siente. ¡Oh momento
                  apacible! ¡Oh manos que dais
                  vida!, ¡oh dulce olvido! parece
                  increible, y se lo que me
                  digo, que no me acuerde ya de lo
                  vivido. A este bien os
                  llamo, cima y luz en el mundo del
                  dentista, amigos a quien
                  amo entre toda la
                  lista, que existe aquí un
                  completo y gran artista. ¡Oh, suene
                  permanente dentista, vuestro torno en
                  mis oídos; tranquilidad y temple
                   produce en mis
                  sentidos que queden al dolor
                  adormecidos! |